BOLETÍN NOVIEMBRE 2017

ENTREVISTA:
JOSE RASERO

Sabemos que Jose Rasero está trabajando en un nuevo libro y esa circunstancia y esta entrevista son una excusa perfecta para volver a hablar con un viejo amigo.

El  impacto de tu obra puede seguirse a través de la red. De “Áticos y viento” (Ediciones Mayi, 2015), se ha dicho: “Mezcla con precisión y maestría la intriga y el misterio que se exige a este tipo de narraciones con el humor callejero de la zona” (Eduardo Cruz Acillona. Literaturas.com); “El libro también se puede usar como guía para descubrir Cádiz” (Germán González. SomNegra); “Me ha resultado una divertida e interesante aventura literario-subterránea por la ciudad de Cádiz” (Charo Barrios, en su blog Come en casa.); o “Un lúcido cuadro de las costumbres bellacas de nuestra época mediante el hilo conductor de un suspense casi surrealista. Todo ello, adobado con un irónico sentido del humor y una expresiva calidad literaria” (Mauricio Gil Cano. Diario de Jerez). Imagino que el autor tendrá algo que añadir...

Bueno, que me alegra verte tan bien documentado, por un lado, y que aún hay más, por otro. “Áticos” no ha sido una novela de buenas ventas (aunque pienso que va a tener largo recorrido), pero sí de muy buenas críticas, y, también, de sonoros silencios… A las reseñas que ha anotado, habría que añadir los comentarios que ha recibido por las redes sociales y que fui reuniendo en lo que llamé ‘Transparencias’. Te cuento. Gente de la categoría literaria de Emilio Losada (“Divertidísima peripecia urbana”), Miguel Baquero (“Las pegas que le pueda encontrar son más por cuestión de gusto personal que por motivos técnicos”), Luis García Gil (“Enhorabuena por tu libro. Magnífico”), Eduardo Formanti ("Magnífica novela"), Luis San Andrés Malo (“Creo que el autor tiene capacidad de estilo y creatividad para afrontar alguna obra de más envergadura. Este género le viene pequeño.”) o Paco De Paula Sánchez Sampalo (“Extraordinariamente interesante su ático de letras, notas de jazz y loco viento”). También Mª Ángeles Robles, en una entrevista que me hizo para CaoCultura, afirmaba de Benito Bram: “Un personaje de los que se quedan fijados en la memoria.” O David Pérez Merinero, que escribió por Facebook: “Si quieren sentirse en Cádiz desde su sillón de orejas lean esta magnífica novela (con detective)”, por no hablar de los amigos que…

 

¿Por qué novela negra?

 “Áticos” surge con vocación picaresca, y no porque yo intentara emular los rasgos distintivos del género del XVI, no. Sucedió que Cecilio Gelasio, el personaje que la inicia y que iba para protagonista, respondía a la descripción de pícaro: pobre, astuto, espabilado y de mal vivir. Pero, a quienes la historia nos bulle caótica en la cabeza y se engendra casi al mismo tiempo que la vamos escribiendo, nos pasan estas cosas. Ya es la tercera que publico, y sé de qué hablo. De pronto surge un personaje, su dibujo toma forma, cobra fuerza, y zas, te mete en un laberinto que ni esperabas y del que no sabes muy bien cómo salir. En este caso era Benito Bram.

 

El hecho de que fuera detective y hubiera de resolver un caso, metió de lleno entonces a la novela en el género negro.

Los géneros… pues están ahí, también para lo bueno y para lo malo, tienen su utilidad al organizar las librerías, las bibliotecas, los libros de texto, aunque pienso que otra historia es hablar de géneros como algo puro, eso casi nunca se da, los límites de cada género se alzan, creo, para ser traspasados; la calidad de un escritor estriba, justamente, en hacer con ellos lo que le venga en gana, según sepa y pueda. En el caso de la novela negra, además, una de sus características es precisamente su enorme flexibilidad, su peculiaridad de género esponja, capaz de absorber casi todo. Y eso es “Áticos”. Algo más que una novela negra, con su crítica social, sus ambientes bajos y altos, su variedad de personajes, su trama… Es una visión personal de Cádiz, entre sombría y jubilosa, con realidades oscuras o tremebundas como la prostitución, el paro, la corrupción… y aguafuertes irónicos (el humor, siempre el humor) de manifestaciones de indignados, policías apáticos, libreros con mucho peligro [risas], el carnaval de verano, o una procesión en junio, así como, en un nivel quizás más sibilino, se cuestionan conceptos tan vacíos o equívocos, por su uso, como son el éxito y el fracaso, o la suplantación, el querer ser lo que no se es… Y un fondo musical continuado y muy negro, de jazz and soul. Y el viento de levante, claro, alocándolo todo y a todos…

 

Sabemos que estás preparando una segunda entrega...

Sí, en ello estoy. Como decía Eduardo Flores en el boletín de Quorum de septiembre, todo aprendiz de escritor se encuentra siempre en crisis [risas] y, después de “Áticos”, me extravié en un proyecto que se bloqueó a las 50 o 60 páginas, anduve unos meses in albis, hasta que Abdoulaye, de pronto, se presentó ante mí, de forma nítida. Me resultó complicado introducirme de nuevo en el ambiente del ático destartalado y en las luces y sombras del detective… Hoy tengo terminado un primer borrador, y me peleo con los personajes, la acción, la trama…  esos entes con que jugamos para dar salida a nuestros fantasmas, y no explotar, supongo [risas].

 

¿Nos puedes adelantar algo de la historia?

Te avanzo una sinopsis: una mañana se comete un crimen con tintes racistas en pleno centro histórico de Cádiz, a la vista de todos, aunque parece que nadie, en realidad, ha visto nada. La ciudad es, de nuevo, otra protagonista más, junto a Amanda, Abdoulaye (sí, el gran “culpable”), Flor Durán y el propio Benito. Por otro lado, quiero recuperar la primera novela que escribí, allá por el pleistoceno, y que guardé en un cajón. Es la historia de un tipo al que, de una forma fantástica que luego se irá demostrando que no lo es tanto, le comunican el número exacto de palabras que le quedan por pronunciar. Y él es locutor de radio.

 

Por último, ¿qué piensas de todo lo que rodea la publicación de un libro? La promoción, las presentaciones... ¿Te sientes cómodo?

[Risas] Bien, lo que rodea a la publicación de un libro sería muy largo de contar, al menos en lo que a mí respecta, y me refiero a lo que te encuentras una vez que has terminado tu novela y la vas presentando a editoriales y tal. El vacío. La nada. Mucho listo suelto. Y, de pronto, una luz. Paciencia hay que tener. Y mucho ojo, con los listos. Tal como en la viña del señor, hay de todo en el mundo editorial. En cuanto a presentarla, promocionarla y todo ello, pues, en fin, es necesario, claro, pero a mí me agota. Tiene su sentido, sí, pero también es cierto que en ocasiones deriva hacia el circo. Hablo de Ferias del Libro y sucedáneos y, bueno, en ese circo, no es raro que te toque ir de payaso triste. Ya es cosa tuya convertirte en domador de leones, subirte al trapecio, o matar al payaso [risas]. Todo es mejorable.

 

 

 

 

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